EL REY INDÍGENA EN LA ESCULTURA NACIONALISTA. EL CASO DEL MONUMENTO A TANGAXOAN EN PÁTZCUARO.

Por: José Manuel Martínez Aguilar

En México, una de las manifestaciones artísticas más representativas del nacionalismo postrevolucionario fue la escultura. Aunque no se realizaron tantas obras como en el caso de la pintura mural, desde 1920 se erigieron en distintas ciudades del país estatuas de piedra y bronce que representaban a los héroes nacionales, a campesinos y obreros, pero también a gobernantes prehispánicos que simbolizaban la identidad nacional, por ser los habitantes originarios de lo que hoy llamamos México.

Desde su mandato como gobernador del estado de Michoacán, Lázaro Cárdenas apoyó y promovió las artes, especialmente las que reflejaban un sentido nacionalista e indigenista. Él mismo encargó distintas obras pictóricas y escultóricas, entre las que sobresale el monumento dedicado a José María Morelos y Pavón, en la cumbre de la isla de Janitzio, cuya altura es de 42 metros desde su base. Fue realizada entre 1931 y 1934 por el escultor Guillermo Ruiz en colaboración con Juan Cruz Reyes y Juan Tirado Valle.  

En Pátzcuaro, el general mandó construir, en 1936, unteatro de tendencia neocolonial con el nombre de Emperador Caltzontzin, haciendo referencia al último rey tarascoTangaxoan II, y luego encargó al poblano Roberto Cueva del Rio decorar sus muros interiores con paisajes de la región lacustre e imágenes de indígenas purépechas realizando diferentes actividades económicas y culturales. En la planta alta del mismo teatro, Cueva pintó el Encuentro del rey Tangaxoan II y Cristóbal de Olid en los alrededores de Pátzcuaro en 1522. Fue en este recinto que el presidente Lázaro Cárdenas inauguró personalmente, el 14 de abril de 1940, el Primer Congreso Indigenista Interamericano, al que acudieron delegaciones de todos los países de América. Durante el congreso, el día 19 de abril, se acordó la creación del día del Aborigen Americano y el mismo día se efectuó un acto cívico a los pies de la estatua de Tangaxoan, donde Cárdenas depositó su discurso en una urna.

El nombre que se le dio al teatro refleja una admiración personal de Cárdenas por el cazonci  Tangaxoan II, haciéndose más evidente cuando mandó elaborar una escultura en su honor. También había quedado impresionado por la leyenda de la doncella Eréndira, quien huyó en un caballo blanco de los ejecutores de su padre Timas, el consejero del mismo Tangaxoan II. Por esta razón, una vez que fue construida la casa de descanso del general Cárdenas, cerca de la estación del ferrocarril de Pátzcuaro, éste la bautizó como Quinta Eréndira; y en 1943 le encargó a Cueva del Río pintar en el comedor un gran mural llamado Historia y Paisaje de Michoacán, con diferentes escenas, entre las que se pueden apreciar sus personajes favoritos: TangaxoanII, encontrándose con Cristóbal de Olid en 1522 y siendo quemado por Nuño de Guzmán; así como la princesaEréndira huyendo de los españoles en un corcel blanco.

En 1937 Cárdenas le hizo otro encargo al escultorGuillermo Ruiz, la elaboración de un monumento a la heroína de la independencia doña Gertrudis Bocanegra y uno a Tangaxoan II. Las dos fueron terminadas en 1938 y colocadas en dos espacios públicos. La primera en la plazuela que ya llevaba el nombre de Gertrudis Bocanegra y la segunda en una glorieta al norte de la ciudad.

La escultura a Tangaxoan, de Guillermo Ruiz

Así como Roberto Cueva del Rio fue elegido por Cárdenas para decorar distintos edificios en Pátzcuaro y la región lacustre, Guillermo Ruiz fue comisionado por el presidente para elaborar las esculturas que se erigirían enPátzcuaro y Janitzio. Ya en la década de 1920 era considerado un artista de vanguardia en México y su experiencia como escultor y director de la Escuela Libre de Escultura y Talla directa le daba las credenciales para ser considerado uno de los principales exponentes de este arte en México. 

Una vez terminada, la escultura del rey Tangaxoan II fue colocada en una glorieta ovalada, recién construida, en donde confluían la calle de Las Américas, la calle Del Progreso o de Los Molinos (actual avenida Álvaro Obregón) y un camino que conducía a otra de las salidas de Pátzcuaro, rumbo a Santa Clara del Cobre (ahora libramiento Ignacio Zaragoza). Era una zona de la ciudad poco habitada, como se puede apreciar en las fotografías y planos de la época, a poca distancia del Cerro Blanco.

La escultura del último rey tarasco es de tres metros de altura, montada sobre un pedestal de cantería, de base cuadrada, de 3.64 metros de alto, estilo Art Decó. Representa a un hombre de estatura media, de cuerpo grueso, pero atlético, semidesnudo, sólo cubierto por un taparrabos y una capa larga. Su rostro, girado hacia su izquierda como mirando el lago, presenta pómulos pronunciados, ojos rasgados, nariz ancha y labios gruesos; su cabellera es larga y ondulada. Tiene una postura algo rígiday piernas semi abiertas; sus grandes manos empuñadas denotan una actitud desafiante y en la derecha porta el bastón de mando, símbolo de su jerarquía.

En las cuatro caras del pedestal se encuentra un altorelieve de bronce con escenas de la vida de Tangaxoan II; en tres de las caras aparece también otra placa de bronce que explica brevemente dichos sucesos. Los textos fueron tomados literalmente de Michoacán, paisajes, tradiciones y leyendas, de Eduardo Ruiz, publicado por primera vez en 1891.

El alto relieve que adorna el pedestal en la parte frontal muestra el árbol genealógico de los reyes tarascos, similar alque aparece en la Relación de Michoacán. En la placa que está colocada al oriente de la estatua se lee: “El valiente y generoso rey Tariácuri, que tuvo más vastos dominios que sus antecesores, dividió su territorio en los reinos de Tzintzuntzan, Pátzcuaro y Coyuca, dando a su sobrino Tangaxhuan el de Tzintzuntzan y a su hijo Hiquigare el reino de Pátzcuaro y a su sobrino Hirepan el de Coyuca; señalando al primero la insignia verde, al segundo el color blanco y al tercero el rojo”. La placa que se ubica a espaldas de la escultura explica el alto relieve: “Encuentro del rey purépecha, el estoico Tangaxhuan II, con el conquistador Cristóbal de Olid, en el lugar conocido hoy como ´Humilladero´, situado al noroeste de la ciudad de Pátzcuaro en el año de 1523”. Este relieve es muy parecido al mismo tema pintado en la planta alta del teatro Emperador porCueva del Rio. En él aparece el gobernador tarasco, cargado por sus súbditos frente a Olid, quien se muestra montado en su caballo (en la pintura del teatro está de pie), en compañía de siete españoles. Tangaxoan se representa con rasgos indígenas, porta una capa y un sencillo penacho, y en su mano derecha sostiene su bastón de mando. Hacia el poniente aparece la placa con la leyenda: “Muerte de Tangaxhuan II en Conguripo a las orillas del río Lerma, por órdenes del sanguinario y ambicioso Nuño de Guzmán el año de 1530. Mirad – Dijo Tangaxhuan al Guerrero Ecuangari- el mal trato que me dan después de acogerlos en mi territorio y haber creído en sus dioses. Tomad mis cenizas y regarlas por mis pueblos para que guarden la memoria de su rey”. En este relieve los soldados españoles tienen al cazonci, atado de pies y manos, sentado sobre una fogata, ante la presencia de Ecuangari, uno de sus hombres de confianza, y tres indígenas más.

La imagen del rey Tangaxoan

 

Como se dijo, varios de los relieves que adornan el pedestal de Tangaxoan fueron retomados de pinturas e ilustraciones conocidas por Ruiz, pero no se conoce en qué imágenes se basó para su escultura. Ya que no existen descripciones físicas del rey tarasco, seguramente Guillermo Ruiz se dio a la tarea de buscar representaciones pictóricas del gobernante o modelos de carne y hueso, con rasgos indígenas.

En una lámina de la Relación de Michoacán donde se representa el árbol genealógico de los reyes tarascos aparece Tangaxoan, con un cuerpo pequeño, desproporcionado en relación a su cabeza, moreno, con barba incompleta, pelo largo, rapado de las patillas y besotes en el labio inferior, casi idéntico al resto de los miembros de la familia, a excepción de los descendientes más jóvenes: don Francisco y don Antonio (Huitziméngari), quienes se muestran con otro corte de pelo y vestimenta española. Aquí Tangaxoan aparece en la parte central superior del árbol sobre una fogata, que representa su martirio. En otra lámina de la misma relación se muestra al Tzintzicha en su casa, ataviado con diadema de acero, arco, flecha y carcaj, traje de plumería, muñequeras y perneras con cascabeles.

El cazonci es ilustrado también en la Crónica de Michoacán, de Beaumont, documento del siglo XVIII, entrevistándose con Cristóbal de Olid en las lomas de Guayangareo y más delante se le ve sentado presenciando un baile. El gobernante indígena aparece con una vestidura verde, capa roja, descalzo, sin ningún adorno, pero sí con una corona dorada al estilo europeo.

Las pinturas de Tangaxoan, como la del mural La historia de Michoacán pintado por Juan O´Gorman en la biblioteca pública de Pátzcuaro, entre 1941 y 1942, y la pintura de caballete de Roberto Cueva, para la Quinta Eréndira, de 1941, son posteriores a la escultura de Ruiz, por lo que no pudieron haber sido tomadas como referencia. En el caso de la imagen del mural del teatro Emperador, de Cueva del Rio, se cree que ésta fue pintada en algún momento entre 1938 y 1943. Si fue realizada antes de la escultura es posible que fuera retomada por Guillermo Ruiz.

Ninguna de estas imágenes corresponde a la que representó el artista con su escultura. Este monumento tiene similitud con muchas de las esculturas dedicadas a gobernantes del Valle de México, que van desde finales del siglo XIX hasta la década de 1960, en el sentido de enaltecer a figuras indígenas como hombres fuertes físicamente, lideres, en posturas serenas pero desafiantes, orgullosos de su linaje: sin embargo, la escultura de Ruiz no deja de tener un estilo propio, como los rasgos toscos, no sólo del cuerpo y extremidades, sino de los pómulos, boca y nariz, y los ojos rasgados, como lo hizo con su escultura de Gertrudis Bocanegra, que denota aún influencia del arte nacionalistade los años 20 y 30.

Conclusión

 

El monumento de Tangaxoan II, obra de Guillermo Ruiz,trata homenajear a un mártir quien, a diferencia de Cuauhtémoc, prefirió hacer un pacto de paz con los españoles para evitar derramar sangre de su gente, pero que al ser torturado (con garrote, maestra, agua y fuego) y quemado vivo, se asemeja al rey azteca que fue ahorcado por orden de Cortés después de que había sido atormentado. Aunque no se muestra como un hombre vencido; por el contrario, Guillermo Ruiz retoma la idea que otros habían presentado del indígena fuerte, honorable, valiente, líder del pueblo indígena. Es una escultura original en el sentido de que no fue replicada de ninguna otra y que el autor imprimió en ella un sello propio, como lo hizo en la escultura de Gertrudis Bocanegra y el resto de sus creaciones, pero al mismo tiempo se inscribe en la manera de representar durante la postrevolución a los antiguos gobernantes indígenas.

En el caso de los relieves del pedestal, es claro que estuvieron basados en imágenes publicadas en La Relación de Michoacán y la Crónica de Michoacán, y en las pinturas de Cueva del Río, para entonces recientes. Los textos para las placas de bronce colocadas en el pedestal del monumento los tomó, sin duda, del libro de Eduardo Ruiz, que para entonces seguía gozando de popularidad por el estilo romántico que combinaba con el nacionalismo de la época, aunque parte de la información que quedó grabada en bronce tiene imprecisiones que autores posteriores evidenciaron con sus investigaciones.

Inmediato a su erección, la escultura de Tangaxoan II se convirtió en un ícono para la ciudad y la región lacustre, ya que reflejaba la ideología del periodo posrevolucionario, que evocaba a los gobernantes prehispánicos como símbolo de la identidad nacional, y en este caso, de la identidad michoacana. El orgullo nacionalista por personajes de la élite tarasca está muy presente en la ideología de esta época, y se materializó en el arte con apoyo del general Lázaro Cárdenas, en Michoacán y, particularmente, en Pátzcuaro.

A los pies de este monumento se reúnen el catorce de febrero de cada año, un grupo de indígenas de la región para conmemorar el día que murió el antiguo gobernante tarasco. Así como lo hacen en la huatápera de Uruapan y en otros pueblos, la gente hace ofrendas florales, danza alrededor de la estatua, vistiendo trajes tradicionales o disfraces de indígenas prehispánicos, para terminar con algún pensamiento o discurso.

 

Bibliografía

 

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ESCOBAR, Armando (introducción, versión paleográfica y notas), Proceso, tormento y muerte del Cazonci, último gran señor de los tarascos por Nuño de Guzmán. 1530, Morelia, Fuente de Afirmación Hispanista, 1997.

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