“ESTA ES NUESTRA CASA”. Por Alma Gloria Chávez.

En la Plaza Mayor de Pátzcuaro (hoy Vasco de Quiroga), en su lado Norte, se encuentra una casona marcada con el número 46, que la tradición señala como El Palacio de don Antonio Huitzimengari de Mendoza y Caltzontzin, gobernador de Pátzcuaro e hijo de don Francisco Tzintzinchao Caltzontzin, último emperador del imperio púrhé.

      “Huitzimengari (el del semblante de perro, según se traduce), por mandato de su padrino de bautismo, el Virrey don Antonio de Mendoza, ingresó al Colegio de San Nicolás que había fundado en la ciudad el señor don Vasco de Quiroga, y después pasó a las aulas de la Universidad de Tiripetío, que regía el sabio Fray Alonso de la Veracruz, donde logró distinguirse por sus adelantos y por su gran saber, pues fue hombre versado en las lenguas hebrea, griega, latina, castellana y michoacanense”, menciona el maestro Antonio Salas León en su libro Pátzcuaro: cosas de Antaño y Ogaño.  Y añade, refiriéndose a don Antonio: “El elevado cargo que desempeñaba, nunca lo usó para tiranizar a sus hermanos los indios, antes bien, siempre fue amable y justiciero con ellos, granjeándose el cariño y el respeto de sus gobernados, lo que no fue del agrado de los españoles y por ello su conducta fue puesta en tela de juicio: se le acusó de conspirar contra el gobierno colonial y se le vigilaba estrechamente”.

      La casa, levantada con el esfuerzo económico y físico de las comunidades de la región, que despojadas de tierras, templos y palacios, encontraron ahí un último reducto de su presencia en la ciudad colonial, es una construcción de dos niveles, cuyos espacios cerrados se distribuyen en torno a un gran patio.  El segundo patio se encuentra en ruinas y se perdió el espacio dedicado a la huerta.

      Se sabe que desde la expulsión de los jesuitas de estas tierras, se despojó a las comunidades de las pocas posesiones que aún conservaban, entre ellas, esta casa, que pasó a poder de sucesivos criollos y mestizos hasta el año 1989, que por disposición de su última moradora, Esperanza Correa de Guízar, fue entregada de manera pacífica a representantes de más de trece comunidades de la Región Lacustre y Ciénega de Zacapu, integradas al Consejo Supremo Púrhépecha, recién escindido del partido oficial.

      En una plenaria convocada por el Consejo Supremo el día 2 de marzo de ese mismo año, ante representantes de más de 30 comunidades de las subregiones Púrhépecha y de la Costa, se presentó el proyecto del destino que pudiera darse a la casa que fuera Palacio de don Antonio Huitzimengari: lugar de investigación de la cultura, museo, biblioteca, lugar de exposición y venta de artesanías, talleres de artes y oficios, espacio para dar albergue, para realizar eventos culturales y educativos… en fin: una casa que acoja la infinita gama de la tradición cultural del pueblo p’urhépecha.

A 33 años de posesión contínua y pacífica del edificio, sus moradores aún no obtienen dictamen de posesión del inmueble, porque es reclamado mediante juicio, por parientes de la señora Correa. Mientras, el deterioro de la casona, que fue Palacio, avanza inexorable.

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